Publicado: 24/04/2023 09:57h. Lecturas: 3240
Modificar la producción forrajera, incorporar genética de alto potencial y controlar la sanidad, los pilares para desarrollar una intensificación rentable, según la experiencia de Gustavo Pouyanne en Azul
No es muy común que en los campos de la Cuenca del Salado se desarrolle una ganadería de ciclo completo, que produzca terneros al destete de 220-230 kilos y que cargue novillos “cabeza” de 300-310 kilos 90 días después, terminados a corral ganando alrededor de 1 kilo diario.
Sin embargo, es una realidad en la empresa de Gustavo Pouyanne (54), empresario de Azul, quien justifica esos resultados en tres pilares: excelente alimentación, genética de punta y estricta sanidad.
El empresario administra una empresa familiar agrícola-ganadero que cuenta con cuatro campos en el partido. Gran parte de la producción de granos tiene como destino suplementar a la ganadería, que desarrolla un ciclo completo de cría, de recría y engorde, a lo que se le suma una cabaña que produce toros y vaquillonas puros controlados y registrados.
Los campos de Azul no son sencillos de manejar. Tienen suelos overos, con manchones alcalinos de baja productividad forrajera, sobre los que tradicionalmente se desarrollaron planteos de cría extensiva sobre campo natural.
El sistema implementado en Los Cerritos por Pouyanne se diferencia significativamente de esos conceptos, al modificar la cadena forrajera y utilizar genética a bovina Fórmula 1, combinada con una estricta sanidad.
Al comentar el proceso de intensificación de la empresa, Gustavo recuerda que “hace muchos años desarrollaba una ganadería de baja carga y producción con hacienda Polled Hereford, que daba resultados económicos poco satisfactorios”.
Esa realidad lo impulsó a introducir cambios en la producción forrajera, en su aprovechamiento y en el manejo de la carga animal, además de incorporar las razas Angus negro y colorado, más la actividad cabaña.
Cría con terneros muy pesados
El planteo tradicional de cría sobre campo natural con baja carga fue avasallado por sembradoras que implantaron pasturas de agropiro y festuca, que se aprovechan durante primavera y verano de manera intensiva con parcelas chicas y carretel con electro piolín.
En otoño e invierno los vientres destetados, luego del tacto rectal, son concentrados en lotes de maíz diferido combinado con un verdeo de raigrás, avena o triguillo (que sale como subproducto de la limpieza del trigo semilla que se producen en los mejores sectores mejores del campo) sembrado con Altina. El maíz diferido y el verdeo se consumen en franjas mediante alambrado eléctrico. “Con la concentración de vacas en pequeñas superficies de alta receptividad se alivia el resto del campo en momentos críticos”, destaca Pouyanne.
La época de servicio es muy adelantada: del 20 de septiembre al 20 de diciembre, lo que permite el comienzo de la parición en junio y el destete durante enero. La muy buena alimentación durante todo el año y el control sanitario de las vacas da elevado porcentaje de preñez -92-94- y altos pesos al destete: 220-230 kilos como promedio de varios años, lo que representa alrededor del 50% del peso de la madre.
El destete temprano de animales pesados permite “embalar” a las terneras para darle servicio a la “cabeza” el 15 de septiembre, con 15 meses, mediante inseminación artificial. El “cuerpo” se insemina en octubre, noviembre y diciembre, y la “cola” se demora hasta junio del año siguiente, con casi dos años de edad.
Los machos destetados se clasifican guardando los mejores para toros y el resto se castra y su alimentación permite que vayan saliendo lo largo de todo el año. La “cabeza” se encierra en corral y sale a los 90 días con pesos del 300-310 kilos, como novillito liviano de consumo, luego de ganar un kilo por día. El resto sigue a campo con verdeos, pasturas y suplementación con cortapicado de maíz y va saliendo durante el otoño, invierno y primavera del mismo año.
Genética de punta
De poco serviría producir mucho forraje si se pastoreara con animales de bajo potencial genético, poco eficientes en transformar pasto en carne. Pouyanes desarrolló una cabaña que vende toros y vaquillonas puros controlados y registrados con muy satisfactorios parámetros productivos. Tiene las vacas del plantel en un campo y separó las razas Angus negro, Angus colorado y Polled Hereford en los tres campos restantes.
La selección genética comenzó con animales Polled Hereford a los que les fueron dando semen para conformar un animal de tamaño moderado, pero sin perder el hueso de la raza, profundo, con buenas costillas y elevado ritmo de crecimiento pero sin altura exagerada, más una satisfactoria conformación del aparato reproductor.
Luego incorporó al Angus negro y colorado. Este último muestra gran demanda en los años recientes, lo que se refleja en los precios de los reproductores y de los terneros en las ferias. La producción de la cabaña se comercializa en cuatro fechas por año en remates propios y con Raíces Ganaderas, un evento que se organiza con otras cabañas.
Pouyanne se preocupa por mejorar permanentemente la genética de la cabaña: “todos los años compramos semen de centros como Select-Debernardi, con quienes compartimos decisiones en la empresa y una forma de trabajar a lo largo de muchos años”, confiesa. Un estricto control sanitario de todas las categorías de hacienda de los campos completa el círculo virtuoso de la productividad del ciclo completo de Los Cerritos.
Agricultura de apoyo
“Años atrás, el margen bruto de la agricultura hecha en las mejores partes de los campos era la actividad de margen bruto más alto; hoy ya no lo es porque la cabaña da mejor resultado económico por el valor agregado que genera. Entonces, hoy la producción de la agricultura se destina principalmente a la ganadería y solo se vende el grano sobrante”, explica el empresario. Los cultivos desarrollados son cebada y maíz con doble propósito, para suministro con cortapicado de plantas o como grano seco o húmedo. También se cultiva trigo para semilla.
En síntesis: el esquema productivo de Pouyanen es sencillo de implementar y de bajo costo, con muy buenos índices productivos. Una vez que están implantados los pastoreos, un operador va moviendo el carretel para convertir kilos de pasto en kilos de carne.
El planteo también es sustentable, porque no apela a la carga animal máxima, que lo tornaría vulnerable en años con problemas climáticos. En cambio, se fortalece la producción individual sobre la producción por hectárea, lo que asegura altos porcentajes de preñez y de peso al destete, además de dar seguridad y tranquilidad a los responsables de la empresa.